El wokismo en los museos

El ministro de cultura Ernest Urtasun declaraba la cultura colonial y la descolonización de los museos como uno de los puntos principales de actuación en el ámbito de la cultura a principios de 2024. Aunque no es la primera vez que escuchamos estos términos a los que ya se refirió el anterior ministro Miquel Iceta a finales del 2022, el cual apuntaba al inicio de la descolonización de los museos.

Ante tales declaraciones, debemos preguntarnos: ¿Que significa la descolonización de museos? ¿Qué es la cultura colonial?

En palabras del propio Urtasun “los museos son organismos vivos, que responden a las cuestiones y debates de su tiempo. Y en ese sentido, uno de los retos que nos hemos propuesto, en línea con las recomendaciones internacionales de organismos como el Consejo Internacional de Museos. Es establecer espacios de diálogo e intercambio, que nos permitan superar un marco colonial o anclado en inercias de género o etnocéntricas, que han lastrado en muchas ocasiones la visión del patrimonio, de la historia y del legado artístico. Existen compromisos internacionales asumidos por España, en la última cumbre de Mondiacult y en el Décimo Encuentro Iberoamericano de Museos del año 2022. Estos compromisos se traducen en un proceso de revisión de las colecciones de los museos estatales dependientes del Ministerio de Cultura, en una revisión que ya está incorporada como eje transversal en las programaciones temporales, por ejemplo, en el Museo Nacional de Antropología o el Museo de América. Se trabaja en visibilizar y reconocer la perspectiva de las comunidades y la memoria de los pueblos de los que proceden los bienes expuestos"

En lo que se refiere a los organismos internacionales citados por el ministro podemos observar en sus conclusiones que nos dice a este respecto.

La resolución de la cumbre Mondiacult 2022:

"Instamos a un diálogo internacional abierto e inclusivo para el retorno y la restitución de los bienes culturales, incluidos los bienes exportados ilegalmente, a los países de origen, bajo el auspicio de la UNESCO, así como a los que están fuera del ámbito de la Convención de la UNESCO de 1970, como imperativo ético para fomentar el derecho de los pueblos y las comunidades al disfrute de su patrimonio cultural, y a la luz de las crecientes reclamaciones de los países afectados, con miras a fortalecer la cohesión social y la transmisión intergeneracional del patrimonio cultural; alentamos a la UNESCO a que promueva la aplicación efectiva de los marcos jurídicos o las políticas existentes para el retorno de los bienes culturales a sus países de origen o su restitución en caso de apropiación ilícita, a través de la mediación proactiva del Comité Intergubernamental de la UNESCO para Fomentar el Retorno de los Bienes Culturales a sus Países de Origen o su Restitución en Caso de Apropiación Ilícita, y a que ayude a los países en la conservación y la gestión de los bienes culturales in situ”

Mientras que la resolución del Décimo Encuentro Iberoamericano de Museos del año 2022 declaraba:

“Ibermuseos asumió la responsabilidad de estimular una reflexión crítica y transformadora en torno a la importancia de incorporar una perspectiva decolonial que apoye el abordaje del legado del colonialismo en el territorio iberoamericano, la problematización de los procesos decoloniales, las nuevas narrativas, la repatriación y la reparación en el contexto de las prácticas museísticas iberoamericanas. Todo ello poniendo en relevancia el papel fundamental que cumplen las instituciones museológicas en la construcción de percepciones y representaciones culturales.

El laboratorio puso en relevancia los mecanismos que operan en la dependencia hegemónica, la marginación política, las jerarquías de género, los privilegios raciales…, que han sido impuestos a distintos niveles y a través de los cuales diversas comunidades han sido discriminadas e invisibilizadas sistemáticamente. También, se destacó el papel que han cumplido los museos en ello, a través de sus prácticas.”

En toda esta redacción nos encontramos con una concatenación de palabras conocidas: marginación política, jerarquía de género, privilegios raciales... estas pueden ser encontradas fácilmente dentro de la doctrina woke. Pero ¿Qué es la doctrina woke y de dónde viene? El wokismo comienza en Estados Unidos alrededor de 1960 impulsado a través de Martin Luther King en su discurso “Remaining Awake Through a Great Revolution”, ligando el Gran Despertar a la reflexión sobre la falta de derechos y libertades de ciertos colectivos y minorías. Este concepto que en un principio tendría su propósito y razón de ser dentro de un marco histórico preparado para una serie de cambios sociales evolucionó hacia un movimiento denominado posmodernista. Actualmente el pilar del movimiento es la identidad del individuo ya sea racial, sexual o de género determinando la integra existencia de la persona oprimida ante una clase dirigente desde todas las esferas de la sociedad. (Sansó-Rubert, 2023: 583-605).

Este nuevo movimiento pretende deconstruir la base sobre la que se estructuran los países occidentales la democracia social y el Estado de derecho constitucional. Ciertos colectivos que se sienten desfavorecidos y olvidados han hecho de la ofensa su causa común y la base de su cambio, siendo el efecto el sentimiento de culpa por parte de una sociedad tradicionalmente beneficiada que debe reparar el daño de unas auto consideradas víctimas. (Sansó-Rubert, 2023: 583-605).

La transformación de la sociedad y la realidad actual se realiza a través de la revisión de cada uno de los aspectos de la vida, la historia, el arte, la literatura, el lenguaje, instituciones, el Estado… imponiendo una unidad de pensamiento traducido en menor libertad de expresión, perdida de la objetividad, temor al juicio social, la cancelación y al incuestionable testimonio del oprimido. Así podemos observar varios ejemplos en la escena cultural como la serie documental de Netflix “La reina Cleopatra” lanzada en 2023, donde la sociedad llegó a plantearse y cuestionar el color de piel de una reina egipcia del siglo I a.C. o el derribo de estatuas de Colón o Jefferson Davis en Estados Unidos y Latinoamérica por ser considerado símbolos racistas.

Algunas de las ideas del movimiento woke han sido utilizadas por partidos social demócratas (García Cívico, 2023: 142) convirtiéndose en defensores y adalid de doctrinas que han manejado y retorcido hasta deformarlas convirtiéndolas en algo completamente distinto a la idea inicial a través de legislaciones y subvenciones estatales. Esto los mantiene en el poder como causa y resolución de conflictos sobre los que la sociedad generalmente en un principio no se había pronunciado.

El movimiento se traduce en la cultura en una injerencia política llevando a un cambio en la forma de contar relatos. Podemos señalar la declaración de los “excesos y contradicciones” de la vida privada de Picasso por el exministro Miquel Iceta en la presentación de las exposiciones por el 50 aniversario de su muerte o en la revisión desde una perspectiva feminista de la obra de Picasso realizando un taller denominado “Bajar la libido al minotauro: confrontamos la masculinidad picassiana” en el Museo Picasso de Barcelona, seguido de acciones como la estampación de «Picasso maltratador» en camisetas.

En el ámbito cultural, los museos son un gran reflejo de la conservación del conocimiento de nuestra historia y la forma de mostrarlo a la sociedad, por ello no son ajenos a los cambios y la evolución de esta. Esto se refleja en el nacimiento de la Nueva Museología hacia 1970 y su evolución hacia la Museología Social, percibiendo el museo como un espacio para el desarrollo sociocultural, siendo las comunidades las que participan en procesos culturales, destacando la creación del Ecomuseo del Rio Caicena en Córdoba. (Castejón Ibáñez, 2023: 43-59) Así como la Museología Critica que implica la identidad, la cultura y la nación a la hora de comunicar (Navarro, Tsagaraki, 2009-2010: 50-57) su mensaje a la sociedad, implicándola como creadora de una opinión propia que puede ser recogida en el museo. La participación de la sociedad ha hecho que se analicen los discursos de los museos y que se realicen estudios de las piezas desde una perspectiva holística pudiendo presentar diferentes perspectivas económicas, de género, sociales, étnicas que pueden arrojar nuevo conocimiento y enfoque sobre las piezas expuestas, trabajo arduo que llevará mucho tiempo y esfuerzo.

De esta forma, podemos observar la implicación de la política actual en los museos utilizando las piezas y relatos como armas culturales contra los que hay que luchar como la cultura colonial, antes indicada, señalando algunos museos portadores de arte colonial entre los que estarían el Museo de América, el Museo de Antropología o el Arqueológico. Mientras se libera de la carga a otros como el Prado, el Reina Sofia o el Museo Nacional de Arte de Cataluña con personalidad jurídica propia e independiente.

El propio Ministerio de Cultura definió la colonización como “conjunto de manifestaciones culturales que se producen en una comunidad bajo la presencia de otro grupo humano foráneo que ejerce una posición dominante”. Apuntando como ejemplo de cultura colonial que se conservan en las colecciones de los museos, al “arte íbero que tuvo una importante influencia de pueblos colonizadores del Mediterráneo Occidental, hasta la llegada del Imperio Romano”. Saltándose y pasando por alto la llegada de Suevos y Visigodos y la conquista musulmana de la península ibérica y su presencia durante siete siglos.

Transportándose directamente a la Edad Moderna y a la “conquista de América en 1492, se inicia un proceso de colonización que se prolonga hasta finales del siglo XIX y que dará lugar a la imposición de las formas culturales europeas frente a las manifestaciones artísticas que produciendo las diferentes comunidades que poblaban los territorios que se fueron conquistando”, recordando nuestra presencia en Filipinas y en los procesos colonizadores de África en el siglo XIX.

En el punto de mira de nuestro patrimonio ha sido señalado como cultura colonial, el arte ibero con la Dama de Elche (a la que se descarta trasladar por problemas de conservación). La pintura virreinal, mayoritariamente en el Museo de América, donde también se encuentra bajo la lupa, el tesoro de los Quimbaya, un conjunto de 122 piezas precolombinas de oro y cobre con las que Colombia obsequió en 1892 a la Corona española tras interceder en una disputa fronteriza con Venezuela. Así como piezas que se localizan en el Museo Nacional de Antropología provenientes de África y Filipinas, aunque no se refieren a las piezas provenientes de otros espacios como las asiáticas o europeas.

No debemos olvidar, que el plan de descolonización de museos también pasó por la retirada de restos humanos, como es el caso de El Gigante Extremeño o las momias de Atacama en el Museo Nacional de Antropología, esgrimiendo respeto a las comunidades a las que pertenecen los restos en el último caso. Por ello debemos prestar atención a las tsantsa (cabezas reducidas) o a la momia guanche del Museo Arqueológico, actualmente expuestas, aunque no sabemos hasta cuándo. Teniendo en cuenta que, lo que lo que más llamaba la atención del público era el actualmente no expuesto Gigante de Extremadura y las tsantsa según el Museo Nacional de Antropología (Pajuelo, 2016:136) se pondera la ética actual por encima del conocimiento humano. Podemos reflexionar sobre si los futuros visitantes de museos no conocerán la existencia de las cabezas reducidas o se sobrecogerán al ver un hueso humano o una momia fruto de una ética impuesta. Ya que las piezas cuentan diversas historias y no hacerlo puede ser considerado encubrimiento. ¿Nos enfrentamos a visitar museos desmantelados donde la política actual ha escogido lo que puede verse o no?

Ante las declaraciones expuestas, podemos preguntarnos, ¿Cuál será la revisión que realizará el Ministerio de Cultura y bajo que óptica?, ¿cuáles serán las consecuencias de esta revisión? ¿se producirá retorno de piezas según exigencias internacionales o permutas?,¿Debemos dejar que los especialistas y científicos de diversas áreas estudien las piezas y las presenten desde diversos puntos de vista exponiendo la realidad sin ocultar ningún hecho? ¿O dejar que la doctrina woke especule sobre el futuro de nuestro patrimonio?


 

REFERENCIAS

ALONSO PAJUELO, Patricia. La exposición de restos humanos en museos: el caso de las tsantsas (cabezas reducidas). Anales del Museo Nacional de Antropología. Etnografías de la muerte en América Latina. Madrid: Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, 2016, pp. 124-136.

CASTEJÇON IBÁÑEZ, Magdalena (2023). «Museología social, prácticas artísticas colaborativas y la metodología de aprendizaje servicio: puntos de encuentro y líneas de acción», Tercio Creciente, 24, pp. 43-59, https://dx.doi. org/10.17561/rtc.24.7499

GARCÍA CÍVICO Jesus (2023). Cultura de la cancelación, movimiento «woke», «tokenismo» y nueva sensibilidad: un análisis desde la filosofía jurídica, moral y política, nª 48, pp. 140-180, DOI 10.7203/CEFD.48.25899.

NAVARRO ROJAS, Óscar, TSAGARAKI Christina (2009-2010). Museos en la crisis: una visión desde la museología crítica. Museos.es: Revista de la Subdirección General de Museos Estatales, Nº. 5-6 ISSN 1698-1065, Nº. 5-6 pp. 50-57

SANSÓ-RUBERT PASCUAL, Daniel. (2023). Fundamentalismo ideológico, intolerancia social, neolengua y culto al agravio. Una revisión de la “Doctrina woke” como factor de alteración del orden constitucional, Araucaria, Vol. 25, pp. 583-605, https://orcid.org/0000-0003-2283-1393.


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